Los dejo con una muy buena columna aparecida este sábado en La Tercera. Su autor es el columnista Héctor Soto.
Sebastian Piñera llega a la elección de mañana con una ventaja en las encuestas que ha logrado mantener en el tiempo, a pesar de los embates de la campaña, y con un techo que, sin embargo, no ha podido sobrepasar. En función de los sondeos de opinión que el país ha conocido, Piñera no se cayó, pero tampoco subió. Para su comando puede ser tranquilizador lo primero, pero debiera leer con extremada cautela lo segundo.
Es fácil encontrar explicaciones para su relativo estancamiento: que la Concertación, más que una máquina, es un tanque; que la Presidenta es demasiado popular; que Marco Enríquez le disputó la idea del cambio; que la derecha -dejémonos de cuentos- nunca ha sido mayoría sociológica… De acuerdo: pero de esto se trata si quiere llegar a ser Presidente. Aunque Piñera partió la campaña hace prácticamente un año, y la comenzó con una ventaja que era de mentira mientras estuviera corriendo solo, lo cierto es que siempre se supo que la elección se iba a definir por escasos márgenes en segunda vuelta. A menos que se produzcan grandes novedades mañana, todo indica que en enero eso va a ser así.
Y su desafío va a ser arduo, por mucho que la Concertación, con sus trizaduras, y el comando de Frei, con sus errores, hasta el momento le hayan facilitado bastante el trabajo. Sin embargo, las cosas podrían cambiar en las próximas semanas y, aunque sea tarde, eventualmente Frei podría “atinar” para dar la pelea con otros equipos, sobre bases más claras y desde roles más coherentes con su carácter y con su trayectoria política.
Por lo mismo, Piñera desde mañana en la noche tendrá que ampliar todavía más su convocatoria. No hay caso: tendrá que seguir abriendo puertas. En el escenario más probable -con Frei pasando a segunda vuelta- el abanderado de la Coalición por el Cambio no llegará a La Moneda si no consigue capturar una fracción significativa de los votos de Marco Enríquez-Ominami.
Esta gente es de sensibilidad liberal y lo único que pide es menos empates, menos santos tapados, mayor arrojo político y más contacto con el Chile real. Muchos de los partidarios del diputado lo vetaron a él como primera opción por ser empresario, por ser rico, por tener el apoyo de la derecha más tradicional, por ser parte del establishment. Está claro que Piñera no puede sacudirse este perfil de la noche a la mañana. Pero algo va a tener que hacer para remover o neutralizar, aunque sea parcialmente, los señalados vetos.
No es arriesgado decir que si es Marco Enríquez y no Eduardo Frei quien llega segundo, el escenario político chileno arderá como pradera reseca en un año de sequía. En esta eventualidad, Piñera poco menos que tendría que reinventarse para competir. Las encuestas vienen diciendo desde hace tiempo que Enríquez, a la hora de los quiubos, es un candidato mucho más competitivo que el ex presidente y, a pesar de su juventud, a pesar de sus debilidades en las fuerzas de infantería para los fines del control territorial, podría ser un adversario imprevisible y difícil. Imprevisible por su candidatura toca fibras emocionales que podrían llegar a inflamarse con facilidad.
Difícil, porque el político revelación del año es un candidato en principio muy potente en términos
mediáticos, aunque en esta dimensión su campaña -tanto en la franja como en el desempeño de las últimas semanas- haya estado por debajo de las expectativas.
Puesto que el triunfo en primera está prácticamente descartado, cualquiera sea el escenario que enfrente, para Piñera lo que viene es desafiante. Hay que tener presente que la centroderecha nunca hasta ahora ha sabido librar una campaña competitiva en segunda vuelta. La de Joaquín Lavín el 2000 prácticamente no se notó: fue la misma que hizo en primera, pero con menos convicción. En la de Piñera el 2006 hasta faltó plata y ni siquiera él estaba convencido: como si supiera que su hora no había llegado.
Ahora, sea mayor o menor a 10 puntos la distancia que lo separe de Frei, se la va a tener que jugar en serio. Será otra campaña. Y la tendrá que desarrollar sabiendo que lo que fue bueno para la primera vuelta no necesariamente tiene que serlo también para el balotaje.
A lo mejor es un poco crudo decirlo así, pero el lunes Piñera tendrá que volver a empezar.
sábado, 12 de diciembre de 2009
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